Hunting for getting subsistence | Alexander.

Let's go to hunt animals!

Los hermanos White | Bosques | Por la mañana

Era uno de esos días en los que el sol resplandecía y los pajaritos cantaban al igual que los ciervos brincaban por el bosque o los conejitos corrían de un lado para otro antes de ser atravesados por mis flechas. O las de mi hermano, obviamente.

Cabalgamos hacia dentro del bosque pues ahí es donde se ocultaban los animales, alejados de civilización alguna. Divisé una especie de claro a lo lejos, bien, no lo divisé  si no que más bien lo escuché. Resultó que era un río, un río de aguas cristalinas que transportaba una rica y fresca agua.

Desmonté y estiré las piernas antes de lavarme la cara con dicha agua. Miré de reojo a Alexander, le quedaba tan bien el caballo… es decir, parecería un auténtico caballero si llevara armadura y espada. De hecho tenía buenos músculos, no sé si eso era por montar a caballo o por su trabajo en los establos, la cuestión es que era bien fuerte.

– Alec, deberías probarla, está riquísima –dije rellenándo la cantimplora pues esta se había vaciado haría unos minutos– y fresca –le miré– Agua limpia, rica y fresca –dije dando un buen trago.

Me deshice de mi carcaj al igual que mi arco, dejándolos enganchados en la silla de montar. Acerqué mi caballo al río para que él también pudiera beber, se le notaba bastante agotado y sudoroso en aquellos momentos. Le acaricié el cuello y lo mojé un poco, no mucho pues si no acabaría constipándose. Vale, que era verano pero este caballo a la mínima cogía un resfriado.

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LET'S GO TO HUNT ANIMALS!

Hermanos White| Bosques | In da morning

¿Cuántas horas llevábamos cazando? Por lo menos el tiempo era más o menos ideal. Bueno, en caso de que fueras a dar un relajado paseo con agua y todo eso. Pero ahí estábamos nosotros, a caballo, sudorosos y -por lo menos yo- cansados.

Por si fuera poco, Brith había conseguido más presas que yo. Y eso que no se me daba mal el arco. Hay que ver... Esa idiota poco femenina... Vale, me he pasado, pero es mi hermana, pequeña, y es una chica. ¿No podría fallar adrede para no herir mi orgullo?

Por lo menos yo iba muy cómodo a caballo, y tampoco es que hubiera conseguido escasas capturas. Sin embargo, mi transporte parecía agotado. Y no era de extrañar. El calor te acosaba a partir del más mínimo ejercicio y el pobre, llevaba una buena cantidad de peso encima.

Fue excelente que Brith encontrara aquel claro. Sinceramente llevaba un rato escuchando un zumbido, del agua seguramente. Pero no quería decirlo y que realmente no fuera nada. ¿Habría quedado fatal no? Y eso que a mí esas cosas me daban igual. Pero entre hermanos, restregar las cosas es lo más normal del mundo

Bajé del caballo con suavidad y retiré también la espada para aliviarle del máximo peso posible. La dejé en el suelo junto con mi saco de presas. Dudé si debía quitarle los arreos.

-¿Nos quedaremos un rato por aquí enana?- Y ahí lo tenéis, el pique contínuo

Entretanto, el sediento animal se había agachado a beber tan pronto como había desmontado. También yo tenía sed. seguí el consejo de mi hermana, y me dispuse a saciarme. Hice un cuenco con las manos y bebí. No había cogido cantimplora. No soy estúpido, es solo que prefiero cargar al caballo con el mínimo peso posible para las largas horas que pasamos fuera, y pienso en eso todavía más cuando toca ir bajo el sol veraniego. Además si lleno una y luego la olvido, ¿Sabéis lo asquerosa que sabe después ese agua?
Volveré a la cuestión.

Este lugar es precioso, y no me suena de verlo en ningún mapa, ni visitarlo en mis rutas. Aunque supongo que, en invierno se helará, y quedará cubierto de nieve... Estaría bien acampar aquí, ¿no crees?

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Los hermanos White | Bosques | Por la mañana

Le eché una mirada de esas que fulminan en cuanto me dijo ‘enana’ ¡no era enana! Seguramente mediría lo mismo o más que él y, por Aslan, ¡sólo había nacido un par de minutos después! Me levanté de la orilla del claro y le di una colleja– Creo que te dije que no me llamaras así, Alec –comenté con una sonrisa.

Le miré mientras se refrescaba, le daba completamente igual ensuciarse las botas y los pantalones de barro, supongo que en eso, somos iguales– ¿aquí? –me quedé pensativa, ojeando la zona– Yo alejaría ‘las camas’ de la orilla, por si viene cualquier animal no… bienvenido –le miré– Ya sabes, serpientes, jabalíes… no quiero despertarme con un colmillo ensartado o una picadura mortal, y creo que tú tampoco, ¿cierto? –pregunté al mismo tiempo que desensillaba el caballo, iba todo sudado. Seguro que agradeció que le quitara la silla, con este calor podría darle un algo.

Lo conduje hacia dentro del claro para que mojara sus patas y aproveché aquello para mojarle a él también. No me había traido cepillos ni nada así que me tocó ‘peinarle’ con las manos. Una vez acabé, le dejé suelto por el lugar, sabía de sobra que él no se iría, no si yo no se lo pedía, estaba bastante bien educado.

Busqué en mi bolsa y saqué un par de ‘sándwiches’  o así era cómo los llamaban en la Tierra. La reina Lucy aseguraba que estaban deliciosos así que decidí cogerlos para probar si tenía razón. La extraña mezcla consistía de un trozo de ‘pan de molde’ arriba, después lechuga, tomate, carne, unas salsa y queso, después otro trozo de pan y de nuevo la misma mezcla para finalizarlo con otra rebanada.

Le di el primer bocado y la salsa me cayó por la barbilla pero no por eso dejé de comer– ¡Por Aslan! ¡Alex, prueba esto! –exclamé con la boca llena, tendiéndole el suyo– La reina Lucy dice que se llaman ‘sándwiches’, que allí en la Tierra se comen muchos –expliqué dándole un nuevo bocado.

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Hermanos White| Bosques | In da morning

Me habría gustado sacarle la lengua y contestarle sarcástico ante la colleja. Básicamente me froté la cabeza y luego fingí que no había pasado. La llamaría enana hasta... ¿Siempre? Incluso, el día que se casara -si acaso esa cosa que tenía por hermana conocía tales ceremonias- en mi discurso me dirigiría a ella como "enana". Para algo era el mayor ¿no?

Finalmente, me detuve a retirarle los arreos al gran caballo que había cogido de las cuadras. De los tres que solía montar, no era mi favorito, pero sí el mejor para cazar, porque era muy tranquilo. Y estaba tan agotado, que probablemente se revolcaría un instante, y a lo mejor ni se levantaba. En todo caso, volvería a beber agua, y estaría paciendo hasta que nos largáramos.

No supe si reír ante el comentario de mi hermana.

-Por la melena del león Brith. Sabes que no te dan miedo esas cosas. Realmente lo que temes, es que teniendo tan cerca el agua, yo no resista la tentación, y despiertes flotando. Admítelo.

Me quité las botas y en unos instantes, estaba con el agua por la cintura. Estaba helada, y la ropa se pegaba a la piel. Sin embargo, entre la humedad del sudor, y del agua fresca, obviamente, prefería lo segundo.

Creí ver que Brith hacía algo. Sin embargo yo estaba algo embobado, siguiendo el agua con la vista, intentando ver hasta donde podía tocar pie, y esperando encontrar algún pececillo cerca de la superficie.
Cuando se puso a gritar, di la vuelta bruscamente, y el agua me salpicó hasta los hombros. Iba a poner mala cara, pero al oirla hablar de comida, mi estómago rugió. No había desayunado, pese a mi costumbre de hacerlo, y además generosamente; debía ser la hora del almuerzo, y no sentía hambre, sin embargo, cuando nombró los emparedados, apareció de golpe.

Me apresuré a salir del agua y fui a su lado, descalzo, goteando un largo rastro acuoso. Casi le arranqué de las manos el que me ofrecía y comencé a saciarme. No era un bestia exactamente, pero tampoco era muy fino a la hora de comer. También las salsas gotearon por mi barbilla, y yo traté de aprovecharlas con la lengua.

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Le dediqué una de mis miradas fulminantes a Alexander, cómo odiaba que me picara de aquella forma. En cierto modo lo odiaba pero me gustaba al mismo tiempo, yo para esas cosas era bien bien rara- A ver, don sabelotodo que se cree mayor por haber nacido dos minutos antes pero que es menos maduro que su hermana 'pequeña' -le miré- Intenta hacer eso y acabarás con una flecha clavada en la pierna o en el brazo, ¿queda claro? -dije alzando la ceja mientras intentaba parecer seria, sin mucho éxito.

Para cuando quise darme cuenta mi hermano ya estaba dentro del agua, ¿que no podía estarse quieto o qué? Me quedé mirándole desde la orilla, sin duda, si no fuera mi hermano, no hubiera dudado en plantearme acercarme a él e intentar... ¿pero qué diablos estaba pensando? Era mi hermano. El imbécil de mi hermano.

De repente me lo encontré delante de mí, empapándome con el agua del claro- Serás... -le miré lo más mal que pude antes de levantarme y sacudirme el agua- Por Aslan... ¡me has empapado! -exclamé mirándole. Al parecer estaba demasiado ocupado en comer como para hacerme caso- Genial, ahora le prestas más atención a un sándwitch que a tu hermana, ya veremos si cuando volvamos a casa te toca dormir con los caballos -bromeé antes de acabarme mi emparedado y tumbarme en el suelo, prácticamente en la parte del sol, necesitaba secarme de lo que había hecho el bobo de mi hermano.

- Oye Ale, ¿hay manzanas o alguna fruta en el zurrón? -dije pues necesitaba algo fresco en la boca que no fuese agua, hacía demasiado calor aquel día y, si no hubiera sido por la presencia de Ale, seguramente ya estaría dentro del claro, sin ropa alguna, como muchas otras veces había hecho.

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¡Victoria! Sí señores, -como siempre- conseguí sacarla de sus casillas. ¿Hablarme a mí de madurez? Ni que fuera una fruta. Era ella quien debía madurar, y dejar de amenazar a su hermanito preferido.

Volvamos al tema. No dejaría un plan tan brillante de lado, al menos no fácilmente. Me estaban entrando ganas de llevarlo a cabo.

- Deberíamos comprobarlo. Para cuando reaccionaras, enana dormilona, ya estarías tan mojada como si te hubieras dado una ducha

Quizá, si realmente quería hacerlo, no tenía que ponerla sobre aviso. Sino más bien convencerla para dormir aquí. Iba a ser un poco raro ¿no? No duermo con ella desde que teníamos cinco años y vivíamos con... Da igual.

La cosa está, en que tengo que conseguir que pasemos aquí la noche. Y si la estoy molestando contínuamente, diciéndole que le haré algo, probablemente no pegará ojo. Y no creo que eso esté bien, como hermano mayor, tengo que preocuparme por que duerma sus horas de sueño. Y solo así poder hacerle una buena broma. Por que, si no duerme, pueden pasar cosas monstruosas, y no solo me refiero a su humor de perro encadenado, ¿Cómo es Brith con ojeras? Me da un escalofrío solo de pensarlo.Ella tiene el rostro inmaculado, y la piel suave. ¿Cómo se las arregla, para qué después de todas las cacerías, heridas, golpes, y quién sabe qué más, no tener una sola cicatriz en la cara? Es un rostro dulce, de facciones suaves, me gustaría decir que de niña, aunque no es cierto, con esos labios carnosos, y los ojos pequeños y brillantes. Bueno, ya basta de pensar así. ¿Si yo pienso esas cosas, qué será del muchacho al que le guste mi hermana? Tampoco importa, le arrancaré las pelotas antes de que le toque un pelo, eso es seguro.

Ni siquiera me doy cuenta de que está gritándome mientras me como mi emparedado. Aunque inmediatamente después, la encuentro tendida en el suelo. Arqueo una ceja. ¿Puede saberse que hace ahí tirada la señorita más-activa-que-una-ardilla-chalada?. Es mucha tentación. Que fácil sería salpicarla ahora, o sentarme encima y dejarla sin respiración. Nah, tengo que hacer que se confíe.
Ahora la señorita pregunta si hay fruta. Por fin una cosa que sí madura -no como nosotros-.

-Ni siquiera cojo cantimplora. ¿Creías que me iba a preparar un kit-despensa por sí a la señora culogordo le daba hambre después del emparedado?-añado mientras me tumbo a su lado

Me quedo con  una pierna doblada, y los codos apollados en el suelo, con el tronco algo alzado, por si luego hay que salir corriendo de la loca de Brith, porque se ha cabreado al llamarla culogordo, o algo así.

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Vale. No sabía por qué aún no le había clavado esa dichosa flecha entre sus dos ojos. ¿Cómo diablos se podía ser taaaaaaaaan pesado? ¿por qué lo era? ¿que no se cansaba o qué? No, qué se iba a cansar, para él seguramente sería lo más divertido del mundo, uh.

- Mira Ale, no tengo el sueño tan profundo para eso -me quedé mirándole- Y puedo demostrarlo, que lo sepas -sonreí orgullosa, si él quería jugar, jugaríamos- seguro que no te atreves a pasar aquí la noche -comenté-, algún lobo te olisqueará los pies y te asustarás -reí, lo cierto era que jamás había acampado con Alex en el bosque... quizá... nope, nunca.

Tan tranquila estaba yo ahí tumbada, con los brazos bajo la cabeza, los ojos cerrados, relajándome en medio del bosque... difícil era con el imbécil de Alexander por ahí. Empezó a hablar, no le di nada de importancia hasta que... bueno, hasta que dijo aquello.

- ¿Culo qué? -pregunté abriendo mi ojo derecho para mirarle- Que yo sepa tengo un trasero perfecto -comenté volviendo a cerrar el ojo, no le iba a dar el placer de volver a verme hecha una furia por segundo vez en un mismo día, era demasiado orgullosa para ello.

Me incorporé, quería esa fruta y si el vago de Alex no me la iba a dar, me tocaría a mi cogerla. Me levanté tranquilamente hacia mi zurrón y rebusqué a ver si encontraba algo. Para mi sorpresa pude encontrarme un par de manzanas frescas. Perfecto.

Las cogí y le lancé una a Alex antes de tumbarme encima de él, sí, hacía calor y yo me tumbaba encima de él para, básicamente, darle más calor aún. Mientras me comía la manzana, me puse a pensar qué podía hacer para hacerle quedar mal esa noche, tenía que poder dejarle mal, al menos una vez.

Di un segundo bocado a la manzana, estaba realmente aburrida, debía pensar en hacer algo pero también estaba demasiado cansada como para ir a cazar además de que acababa de comer y no es que me apeteciera vomitar- Dime, hermanito, ¿hay alguna chica que te interese? -pregunté con curiosidad a mi hermano, mirándole desde bajo.

Lo cierto era que jamás de los jamases había visto a Alec con una chica. Bueno, quizá una o dos veces pero a escondidas, nunca me las había presentado. No sabía por qué, la verdad, ¿tanta vergüenza le daba? Por favor, había hecho cosas que sí que daban vergüenza de verdad delante de mi y jamás le había dicho nada, a parte de reírme y recordárselo unas cuantas veces, nada más.

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No me apetecía llevarle mucho más la contraria. Solo tenía que lograr que se quedara agotada, para conseguir que durmiese. Y mi hermana, no es de las que se cansan hablando, ni de las que hablen hasta agotarse. De todos modos. ¿Por qué un lobo? ¿Por qué no un gran león? Me encogí de hombros, medio ignorándola.

¿Y ahora porqué me hablaba de su trasero? Joder, que soy su hermano. Arqueé una ceja.

-Ya. ¿Y se puede saber, quién ha hecho que tú "sepas" semejante cosa?

El sol comenzó a darme de lleno en la cara, cuando estaba casi seco. Ya no era tan cómodo. Y los reflejos no me dejaban ver una mierda. Me puse la mano frente a los ojos y miré a mi alrededor. ¿Dónde se había metido Brith? "Además de culogordo, es una culoinquieto." me dije a mi mismo mientras seguía buscándola. El reflejo seguía presente, y me dolían los ojos, así que pensé que ya era mayorcita para volver sola, y que además no estaría muy lejos.

Para cuando me quise dar cuenta, tenía su cuerpo encima de mí. En primer lugar, pensé en apartarla de un empujón, pero seguro que ahora estaba prevenida, y aguantaría sobre mí. Tampoco podía decirle nada, porque me estaba aplastando las costillas, y casi me asfixiaba. Bueno, estoy exagerando, pero, igualmente, es una culogordo aplastadora.

Durante un rato, traté de aguantar. Cuando no podía más, reuní fuerzas, llené el pecho de aire, y abrí la boca para responder. Sin embargo, cambié de idea, y de pronto, la hice rodar, al más puro estilo croqueta. Rodeándola con los brazos, para que no pudiera escapar. Ya estaba algo cansado, así que paré, sobre ella, que había quedado boca abajo, y me dí la vuelta, espalda con espalda. Por fin, recuperando aire, me dispuse a responderle.
-Todas... Ninguna... ¿Qué más dá? ¿No ves que estoy hecho un galán?-dije, primero hablando con aparente seriedad, y después comenzando a esbozar una sonrisa, que acabó en una pequeña carcajada

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Se estaba tan bien en aquel lugar, no había nadie que nos pudiera molestar, quizá incluso me pensaba aquello de pasar ahí la noche, no parecía un lugar tan malo al fin y al cabo. El terreno estaba despejado por lo cual había menos riesgo de que apareciera una serpiente, araña o cualquier animal venenoso; teníamos un claro al lado que nos servía para lavarnos y para beber y, si nos entraba hambre, había arbustos con frutos y un inmenso bosque lleno de animales deliciosos. Además de que estábamos en terrenos de la propiedad de los reyes por lo que era muy improbable que hubiesen vándalos.

- Yo lo sé... toooodo... -dije con voz profunda mientras me dedicaba a hacer extraños gestos y movimientos con las manos, para después, soltar una carcajada. Simplemente había dicho aquello por decir, no tenía la intención de 'saberlo' o 'no saberlo'.

Una sonrisa se formó en mi rostro mientras mordía la manzana al notar que le era difícil respirar. Si hubiera sido una buena hermana me hubiera apartad de allí al momento pero, daba la casualidad de que no tenía ni la más mínima intención de ser buena en aquel preciso instante, una pena, sin duda. Luego no sé si fue el karma o qué pero me encontré rodeada por sus brazos, rodando una y otra vez por el suelo, soltando la manzana que tenía y dejándola... bien, se había quedado unos metros más allá de donde estábamos, toda cubierta de tierra.

- Quita de encima -dije con todos los pelos en la cara, boca abajo. Me jugaba lo que fuera a que si tuviera un espejo enfrente de mi podría verme con la cara llena de tierra y, básicamente, los pelos hechos un desastre. Bien es sabido que si hubiera estado ante los reyes estaría muerta de vergüenza pero, con el imbécil de mi hermano me daba la sensación de que ya no había vergüenza alguna a no ser que fuera tener que vernos desnudos. Aparté esa imagen de mi mente, nope, no era bueno tenerla- Ale, quita -repetí, haciendo todos los esfuerzos posibles por salir de allí.

Lo único que conseguí fue darme la vuelta (sigo sin saber cómo) y encontrarme con su espalda desnuda. Apoyé las manos bajo esta e intenté hacer fuerza para deshacerme de él pero sólo conseguí separarlo un poco de mi y que, de nuevo, cayera sobre mi. Genial. Presté atención a sus palabras, evitando reír- Alexander, ya no me cuentas nada, no tenemos comunicación -dije con cierto tono de indignación.

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