Un paseo por Nunca Jamás.

El aire me daba en la cara, era de noche y todo estaba oscuro pero, por alguna razón me sentía libre y feliz al fin y creo que esa era una razón que tenía agarrada de la mano.
Giré la cabeza y ahí estaba, a mi lado, siempre. Su pelo liso y rojizo no paraba de moverse y en su cara se dibujaba una enorme sonrisa. Era él, el mismo chico que había aparecido unos años antes en mi ventana, el que buscaba su sombra escondida en mi cajón de costura. Nana la cogió, lo recuerdo como si fuera ayer, la ventana estaba abierta y era de noche igual que hoy, una bella noche sin nubes. La cosa es que le estaba contando a Juan y Miguel la historia de como el Capitán Garfio perdió la mano. Ya iba por la parte más interesante, la de cuándo aparece el cocodrilo y va a saltar cuando de repente algo entró por la ventana. Nana salió disparada hacia aquella cosa y la agarró con sus dientes. Me acerqué enseguida a ella para ver qué era, un trapo, pensé. Después me di cuenta de que tenía una peculiar forma, de un niño quizás y caí en la cuenta de que "el trapo" no era un trapo si no algo perteneciente a alguien con un sombrero y mallas.
-¡Hey, chicos, mirad!-grité-Adivinad de quién es...-esperé, pero al ver sus caras de no saber lo que digo lo dije en alto y gritando-¡Es de Peter! Seguro que vendrá a buscarla, es su sombra, ¿no lo veis?-los niños se acercaron más a mi y comenzaron a tocarla, tuve que alejarla de ellos, la estropearían-¡No! ¡Parad! ¡La romperéis!-cogí y guardé su sombra en el cajón.

Esperé varios días a que el viniera y al final lo hizo, con bastante ruido, he de admitirlo, pero, vino. Luego nos fuimos con él y aquí nos quedamos, en Nunca Jamás. Ahora como bien he dicho antes, estoy yo sola con él, en el aire. Le miro a los ojos, esos ojos verdes que tanto me gustan... ya son dos años aquí, no hemos cambiado nada, me da miedo quedarme así, para siempre pero, en verdad tiene su lado bueno, nunca mueres a no ser que alguien te ensarte con su espada.
Luego está esa Tigrilla es muy amable y todo pero... Peter es mío, no quiero que me lo quite.
-¿... entonces qué me dices?-dice Peter.
-¿Eh? Perdón estaba con mis cosas, ¿puedes repetir..?-me pongo algo sonrojada, espero que no se me note en la oscuridad.
-¿Ya estabas pensando en mi, verdad?
-¡¿QUÉ?! ¿Yo en... ti? Qué va, para nada...-y otra vez, mi temperatura corporal aumenta haciendo que me sonroje más.
-Lo dejaremos en un sí-dice sonriendo-Te estaba diciendo que mañana es el cumpleaños de Juan y como ya sabes siente algo por la princesa india, he pensado en invitarla a la laguna de las sirenas y dejarles a solas, es bastante romántico, ¿no crees?-me dice.
-Sí, romántico...-me quedo pensativa-Podríamos ir tú y yo, ya sabes, como amigos, no es que yo quiera que... bueno... solo somos amigos, tu no sientes nada por mí y yo... yo... no sé.
-No estés tan segura-dice bajando hacia un pequeño bosque, una vez bajo continua-, tal vez, yo tenga otros sentimientos hacia ti, ¿sabes? o en cambio tú hacia mi.
¿Qué hago? ¿Qué le digo? Tierra trágame. ¿Le abrazo? No, eso quedaría demasiado... o tal vez no...